La lentitud y el retraso han sido tradicionalmente uno de los aspectos más criticados de la Justicia, pero lo que hasta ahora no se había denunciado es que ese retraso pudiera afectar a las relaciones conyugales. Eso es, al menos, lo que se desprende de los hechos que ocurrieron hace tan sólo unas semanas en los juzgados de Sevilla.
La anécdota sucedió en la sede del edificio Noga, donde para paliar la sobrecarga de asuntos que afecta a la jurisdicción civil y laboral -a los juzgados de Primera Instancia y de lo Social-, desde hace varios meses se han nombrado dos jueces de apoyo para celebrar juicios por las tardes y combatir de esta forma la avalancha de asuntos que han recibido estos órganos como consecuencia de la crisis económica.Muchos de estos procedimientos, sobre todos los denominados juicios verbales -en los que se resuelven cuestiones como el impago de rentas por el arrendamiento de inmuebles y cuya cuantía no excede de 3.000 euros-, comienzan a partir de las cinco de la tarde y, habitualmente, se señalan una media de diez o doce vistas para cada tarde.Si alguno de estos juicios se retrasa más de la cuenta, el retraso se hace cada vez mayor, con el consiguiente cansancio de todos los profesionales y las personas que han sido convocadas expresamente para comparecer en esa vista oral.
El retraso de los juicios ha provocado que en varias ocasiones los juicios hayan terminado a unas horas intempestivas. Una de estas veces el juicio se prolongó hasta bien entrada la madrugada. Según cuentan algunos testigos, había pasado ya la medianoche -por lo que ya era el día siguiente al que había sido fijado el juicio- y la juez seguía celebrando la vista oral.
Al término de la misma, uno de los abogados intervinientes en el pleito no pudo más que expresarle su incomodidad por la hora de finalización de la vista. "Señoría, es que mi mujer no se va a creer que he estado en juicio hasta esta hora", comentó el letrado a la juez.Como el abogado seguía dándole vueltas al cúmulo de explicaciones que, presuntamente, iba a tener que dar a su compañera sentimental, no se le ocurrió otra cosa que pedirle a la juez un "justificante" de su asistencia al juicio y de la hora a la que había finalizado el mismo.La juez, ni corta ni perezosa, no lo dudó ni un momento y emitió el certificado a petición del letrado. Quienes pudieron echar un vistazo al singular documento señalan que el mismo iba encabezado con el número de juzgado y el nombre de la juez, y que daba fe de la presencia del letrado a la hora comentada en los juzgados para la celebración de una vista oral en la sede judicial del edificio Noga.
La emisión de certificados por parte de los juzgados es muy habitual a la hora de acreditar la presencia de testigos o agentes de la autoridad que tienen que comparecer en juicio, pero hasta ahora ni los funcionarios más antiguos recuerdan que haya sido uno de los abogados intervinientes en el pleito el que lo solicite y, sobre todo, por los motivos que alegaba el letrado. La verdad es que resulta difícil de creer que un juicio haya terminado la madrugada del día siguiente al que se inició la vista oral.
El mundo de las anécdotas judiciales también tiene otras perlas relacionadas con los justificantes de asistencia a juicio. Así, en una ocasión en la que se estaba celebrando un juicio por tráfico de drogas, una de las mujeres que había asistido al mismo vio a una agente judicial entregándole a otras personas los justificantes de asistencia. Y no se le ocurrió otra cosa que pedir una para ella misma: "Yo también quiero un traficante de esos, que estoy haciendo un cursillo de la seguridad social", exclamó la joven. Y es que confundir el "traficante" con el "justificante" no es nada difícil en un juicio por tráfico de drogas.
domingo, 4 de julio de 2010
sábado, 20 de marzo de 2010
sábado, 5 de diciembre de 2009
ENTREVISTA CON LA AGENCIA EUROPA PRESS
La segunda parte de 'De juzgado de guardia' ofrece nuevas anécdotas judiciales y evidencia "la misma realidad"
La segunda parte 'De juzgado de guardia', de los periodistas Javier Ronda y Jorge Muñoz, que se publica siete años después del lanzamiento de la primera, ofrece "nuevas anécdotas judiciales" y evidencia, según los autores, "desgraciadamente" que la realidad sigue "siendo la misma".
En una entrevista concedida a Europa Press, ambos autores afirmaron que "los problemas de la justicia siete años después siguen siendo los mismos o peores". En este sentido, Muñoz explicó que "el caso de la niña Mari Luz destapó el modo de trabajar en los juzgados con las avalanchas de expedientes y sentencias pendientes de ejecutar que dieron lugar a errores como los que sucedieron en el momento".
Asimismo, explicaron que "los problemas que se reflejan son los mismos tanto para la administración como para la sociedad, es decir, lentitud de la justicia o un lenguaje incomprensible para parte de la sociedad". Además, apuntó el caso de sedes "desastrosas", pues reconocieron que han llegando a ver algunas que se habían hecho en cocheras, reflejado en el libro en una fotografía, si bien "están mejorando las instalaciones", apuntaron.
Para Muñoz la anécdota más divertida y que refleja los problemas del lenguaje y la incomprensión de muchos ciudadanos de la terminología jurídico. Así, narró como un abogado le explicaba a su cliente que habían perdido la sentencia, pero que no era firme y podían apelarla. El señor le contestó que "a pelarla, a pelarla se iba a ir el juez", demostrando que "el señor desconocía el recurso de apelación y la incomprensión del lenguaje", apuntó el periodista de Diario de Sevilla.
La escritura a cuatro manos se lleva "bien, pues se han compenetrado correctamente para hacer el libro", según Ronda. Al hilo de esto, aclararon que tenían la idea en la cabeza e "iban apuntando los capítulos a abordar, uno comenzaba a escribir y se añadían las anécdotas".
Al final, Ronda, periodista de Canal Sur Radio, comentó que el resultado es "un trabajo productivo y divertido, ya que ningún capítulo ha sido difícil de afrontar y las anécdotas salen de todos los ámbitos de la justicia".
"VÁLVULA DE ESCAPE"
Los dos periodistas y escritores, de varias publicaciones, indicaron que "acostumbrados a escribir sobre violaciones, asesinatos y cosas graves, hacerlo sobre aspectos más agradables es como una válvula de escape para los dos".
Asimismo, aseguraron a Europa Press que se trata de "algo divertido y que les complace escribirlo, siempre intentado hacer un texto de lenguaje sencillo".
Muñoz se mostró consciente de que "el humor es bueno para todos los ámbitos de la vida, incluso para la justicia, pues detrás de ese aspecto serio, sombrío y lúgubre de funcionarios, jueces, secretarios judiciales y fiscales, hay personas con sus sentimientos".
Por otro lado, los periodistas especialistas judiciales aseguraron que las expectativas con la primera parte se cumplieron, pues el libro "sentó muy bien en el mundo de la justicia, ya que, pese a ser un libro de humor, se mostró respetuoso con la justicia", con la que trabajan y están en contacto diariamente, tanto Ronda como Muñoz.
"No se quería ofender a nadie, sino contar la experiencia vital de los juzgados", señaló Muñoz, quien apuntó que "cada día surgen nuevas anécdotas para nuevos libros", pero que de momento desconocen si existirá una tercera parte.
La segunda parte 'De juzgado de guardia', de los periodistas Javier Ronda y Jorge Muñoz, que se publica siete años después del lanzamiento de la primera, ofrece "nuevas anécdotas judiciales" y evidencia, según los autores, "desgraciadamente" que la realidad sigue "siendo la misma".
En una entrevista concedida a Europa Press, ambos autores afirmaron que "los problemas de la justicia siete años después siguen siendo los mismos o peores". En este sentido, Muñoz explicó que "el caso de la niña Mari Luz destapó el modo de trabajar en los juzgados con las avalanchas de expedientes y sentencias pendientes de ejecutar que dieron lugar a errores como los que sucedieron en el momento".
Asimismo, explicaron que "los problemas que se reflejan son los mismos tanto para la administración como para la sociedad, es decir, lentitud de la justicia o un lenguaje incomprensible para parte de la sociedad". Además, apuntó el caso de sedes "desastrosas", pues reconocieron que han llegando a ver algunas que se habían hecho en cocheras, reflejado en el libro en una fotografía, si bien "están mejorando las instalaciones", apuntaron.
Para Muñoz la anécdota más divertida y que refleja los problemas del lenguaje y la incomprensión de muchos ciudadanos de la terminología jurídico. Así, narró como un abogado le explicaba a su cliente que habían perdido la sentencia, pero que no era firme y podían apelarla. El señor le contestó que "a pelarla, a pelarla se iba a ir el juez", demostrando que "el señor desconocía el recurso de apelación y la incomprensión del lenguaje", apuntó el periodista de Diario de Sevilla.
La escritura a cuatro manos se lleva "bien, pues se han compenetrado correctamente para hacer el libro", según Ronda. Al hilo de esto, aclararon que tenían la idea en la cabeza e "iban apuntando los capítulos a abordar, uno comenzaba a escribir y se añadían las anécdotas".
Al final, Ronda, periodista de Canal Sur Radio, comentó que el resultado es "un trabajo productivo y divertido, ya que ningún capítulo ha sido difícil de afrontar y las anécdotas salen de todos los ámbitos de la justicia".
"VÁLVULA DE ESCAPE"
Los dos periodistas y escritores, de varias publicaciones, indicaron que "acostumbrados a escribir sobre violaciones, asesinatos y cosas graves, hacerlo sobre aspectos más agradables es como una válvula de escape para los dos".
Asimismo, aseguraron a Europa Press que se trata de "algo divertido y que les complace escribirlo, siempre intentado hacer un texto de lenguaje sencillo".
Muñoz se mostró consciente de que "el humor es bueno para todos los ámbitos de la vida, incluso para la justicia, pues detrás de ese aspecto serio, sombrío y lúgubre de funcionarios, jueces, secretarios judiciales y fiscales, hay personas con sus sentimientos".
Por otro lado, los periodistas especialistas judiciales aseguraron que las expectativas con la primera parte se cumplieron, pues el libro "sentó muy bien en el mundo de la justicia, ya que, pese a ser un libro de humor, se mostró respetuoso con la justicia", con la que trabajan y están en contacto diariamente, tanto Ronda como Muñoz.
"No se quería ofender a nadie, sino contar la experiencia vital de los juzgados", señaló Muñoz, quien apuntó que "cada día surgen nuevas anécdotas para nuevos libros", pero que de momento desconocen si existirá una tercera parte.
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De juzgado de Guardia 2 en la prensa
lunes, 30 de noviembre de 2009
Entrevista en Diario de Sevilla
El cuarto poder baja al tercero
Jorge Muñoz y Javier Ronda publican siete años después una nueva entrega de ‘De juzgado de guardia’, con nuevas anécdotas y con los mismos problemas
FRANCISCO CORREAL | ACTUALIZADO 30.11.2009 - 07:39Estos dos periodistas que buscan el lado amable y divertido de un universo lóbrego, truculento, sombrío, se conocieron cubriendo el caso Arny. Jorge llegó a los Tribunales, “una manera elegante de llamar a la crónica de Sucesos”, desde el cierre de Europa Press. Javier Ronda, desde los Deportes. “Maradona había fichado por el Sevilla, lo llamaron a declarar por ir a más velocidad de la permitida con el coche por el centro de la ciudad. Fui como reportero de Deportes, pero me gustó más el mundo de los tribunales”.
Los dos niegan que la Justicia sea un cachondeo, derechos de autor de Pedro Pacheco. Es un espejo de la vida en el sentido que al espejo le da Stendhal cuando habla de la novela. “Todo está judicializado”, dice Muñoz, “el urbanismo, el medio ambiente, el fútbol, la política, las deudas económicas, raro es el día que no aparece en un periódico una sentencia o el auto de un juez”. Ronda lo suscribe. “Con mis alumnos de la Facultad hicimos un trabajo que demuestra que en los periódicos un 30% de los contenidos tienen que ver con temas de tribunales. El Alakrana es un asunto que nace como crónica de sucesos y acaba en debate político nacional e internacional”.
Lo más novedoso de la Justicia es que hay hay jueces –Garzón, Grande-Marlaska, Pedraz, Gómez Bermúdez– tan conocidos por el gran público como los futbolistas más populares. “No hace falta salir de Sevilla. Mucha gente ha oído hablar del juez Serrano y la juez Mercedes Alaya, que lleva los casos Mercasevilla y Lopera”.
No sólo a estos periodistas les gusta escribir y suman unos cuantos libros entre los dos. El fiscal superior de Andalucía, Jesús García Calderón, ha publicado libros de poesía. “Hay jueces que cantan ópera, que tocan la guitarra, que escriben relatos. La secretaria del caso Farruquito va a hacer una exposición con sus pinturas. Hay jueces cofrades y que les gusta el fútbol. El día que el Sevilla jugó la final de Eindhoven, los juzgados quedaron desiertos”.
Fútbol y Justicia. Deporte en el que se habla de jueces de línea, del juez de la contienda. “Pero en la Justicia el empate está desterrado, aquí no hay cerocerismo. Eso es lo más duro, lo más difícil del trabajo del juez. Uno gana y otro pierde”. El tercer poder analizado por el cuarto. “El lenguaje jurídico no es accesible”, dice Ronda, “he hablado con algunos jueces y casi nos dan las gracias porque con el lenguaje periodístico decodificamos su manera de expresarse. Y además lo hacemos con humor y con respeto”.
El público también se adentra en una jungla de vocablos ajenos. Jorge Muñoz recuerda el caso de un acusado de asesinato que trajo mucha polvareda. “Le dijo a la juez: ‘señoría, me agarro a la quinta enmienda’. Su abogada dijo que quería decir que se acogía al artículo 24 de la Constitución Española, el equivalente a esa fórmula de los juicios americanos que le sonarían de alguna película. El acusado hizo una pregunta más rotunda: ‘¿Puedo ir al servicio? Es que no me puedo aguantar”.
Jorge y Javier no son Jorge Javier, pero vivieron la irrupción del mundo rosa en los tribunales. “Introducen el derecho a la intimidad y la defensa del honor”. Con el mazo dando. “El mazo desapareció con los crucifijos”. El cardenal Amigo se despidió de la diócesis hispalense al pasar por Écija, la patria chica de Muñoz. “Las togas y las sotanas siempre se han llevado muy bien”.
¿Picaresca, drama, comedia, tragedia? ¿Cuál es el género literario dominante en el mundo judicial? “Te encuentras gente que ha perdido a un familiar por asesinato o por accidente de tráfico. No es nada divertido. Por eso el libro es una válvula de escape”. Los juicios de faltas son el contrapeso. Anécdotas como el del hombre que acudió de noche al juzgado de guardia para casarse o el que presentó una denuncia contra su mujer por maltrato psicológicamente con el argumento de que “llevaba cinco días sin querer hacer el amor con él”.
Juan Guerra, Arny, duque de Feria, Farruquito, Contsa, Marta del Castillo, Bazar España. Sevilla tiene un campo magnético en el mundo judicial. “Cosas pasan en todos sitios”, comenta Ronda, “en Sevilla, en Orense y en Teruel”. Muñoz asegura que los casos de Sevilla tienen a veces más relevancia mediática que los de Madrid o Barcelona. Su compañero apunta motivos. “Será la manera de expresarse, la idiosincrasia de la gente, el clima. En ningún otro sitio ves a los familiares de un acusado tocando las palmas en la terraza de un bar. Yo fui a cubrir el caso de las niñas que mataron a otra en San Fernando. El juez hizo coincidir el juicio con la final de los Carnavales del Falla. Había gente que iba disfrazada”.
Conocer los entresijos de la Justicia no les hace más escépticos. “La Justicia es justa”, dice Muñoz, “tiene mecanismos para corregir los errores. Éstos son mínimos, pero muy llamativos”. Hay jueces que fueron alcaldes (Ventura Mariño en Vigo), que lo son (Belloch en Zaragoza), que lo quieren ser (Zoido en Sevilla). “Es curioso, porque una de las tareas del juez es controlar a los políticos”.
Los juicios de faltas son una mina para el anecdotario. Y los Registros Civiles. “Ya se le puede poner a un niño Pepe, Paco o Nacho. Pero el juez no permite que le pongan un nombre que pueda ser peyorativo. Una madre llegó al Registro Civil de Tenerife, le quería poner a su hijo Kunta Kinte”.
Jueces, policías, guardias civiles y... bomberos
Javier Ronda jugó en la Unión Africana Ceutí con Nayim, autor del gol que le dio al Zaragoza la Recopa contra el Arsenal. Trabaja en Canal Sur. Hijo de un funcionario de Correos, tiene dos hijos, Javier y Pilar. Cubrió los juicios de las niñas de Alcasser, Puerto Hurraco y el comando Andalucía de Eta que asesinó al matrimonio Jiménez-Becerril y a Muñoz Cariñanos. Publicó Tricornio de guardia y enseña Periodismo de Tribunales y Sucesos. Jorge Muñoz es redactor de Tribunales de Diario de Sevilla. Hijo de un administrativo, acaba de ser padre de una niña, Isabel Soledad. Publicó La sombra de un bailaor sobre el caso de Farruquito. Con Fernando Pérez Ávila, compañero del Diario, publicó Poli de patrulla. Jueces. Policías. “Ahora me han ofrecido un libro sobre los bomberos”.
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De juzgado de Guardia 2 en la prensa
jueves, 19 de noviembre de 2009
LA SEGUNDA PARTE DEL LIBRO YA ESTÁ EN LA CALLE
Ya está en la calle la segunda parte del libro "De juzgado de Guardia", publicado por Oberon (Anaya), en el que podréis encontrar nuevas y ricas anécdotas de nuestros tribunales de Justicia.
Desde este blog, los autores os irémos informando de las novedades relacionadas con el libro y de las presentaciones que se vayan haciendo del mismo en distintas ciudades.
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De juzgado de guardia 2
domingo, 6 de septiembre de 2009
DE JUZGADO DE GUARDIA DOS, MUY PRONTO EN LAS LIBRERAS
La segunda parte de 'De Juzgado de Guardia' estará muy pronto en las librerias españolas. Desde el blog os informaremos. Un saludo.
viernes, 1 de agosto de 2008
Las habitaciones disponibles
En la revista de la asociación de jueces Francisco de Vitoria hemos encontrado la siguiente anécdota, que ocurrió en un juzgado de Primera Instancia e Instrucción durante la celebración de una vista por un procedimiento civil. Todo era muy solemne. Se hacen muchas preguntas y todas se responden de esta forma, hasta que se pronuncia la siguiente:
-¿Podría usted decir cuántas habitaciones tiene su casa? -interpela el fiscal.
El interrogado, que está tranquilo, se toma su tiempo para responder. Hace un cálculo mental, acompañado de un silente movimiento de labios, y se dirige al tribunal planteando una aclaración:
-Lo que me pregunta es ¿contando la cuadra?
Primero se rió su abogado -para dentro, claro está-, después el letrado contrario, con algunas convulsiones y haciendo ya ruido. Luego, sin cortarse para nada, los dos procuradores, y finalmente el juez se sumó a las risas. El secretario dio fe de todo, mientras también se reía. El litigante presenció la escena muy serio. No entendía dónde estaba la gracia.
-¿Podría usted decir cuántas habitaciones tiene su casa? -interpela el fiscal.
El interrogado, que está tranquilo, se toma su tiempo para responder. Hace un cálculo mental, acompañado de un silente movimiento de labios, y se dirige al tribunal planteando una aclaración:
-Lo que me pregunta es ¿contando la cuadra?
Primero se rió su abogado -para dentro, claro está-, después el letrado contrario, con algunas convulsiones y haciendo ya ruido. Luego, sin cortarse para nada, los dos procuradores, y finalmente el juez se sumó a las risas. El secretario dio fe de todo, mientras también se reía. El litigante presenció la escena muy serio. No entendía dónde estaba la gracia.
martes, 26 de febrero de 2008
Las confusiones con el lenguaje jurídico
Ocurrió hace unos días a las puertas de los juzgados de Sevilla. Un abogado se había citado con su cliente, de raza gitana, para explicarle cómo había terminado el juicio que había tenido y la sentencia que había puesto el juez.
--Lamento decirte que el juez te ha condenado, pero no te preocupes que vamos a apelar la sentencia --comentó el letrado.
--¡A pelarla, A pelarla! ¡A pelarla se va a ir el juez! --manifestó el condenado con absoluta espontaneidad.
Todo un ejemplo de que el lenguaje jurídico sigue causando confusión entre los ciudadanos.
--Lamento decirte que el juez te ha condenado, pero no te preocupes que vamos a apelar la sentencia --comentó el letrado.
--¡A pelarla, A pelarla! ¡A pelarla se va a ir el juez! --manifestó el condenado con absoluta espontaneidad.
Todo un ejemplo de que el lenguaje jurídico sigue causando confusión entre los ciudadanos.
martes, 18 de septiembre de 2007
El canto del gallo....
Una buena parte de los asuntos que llegan a los tribunales de Justicia a diario guardan relación con problemas de convivencia y las clásicas disputas vecinales. El enfrentamiento no sólo afecta a personas que viven en los ambientes urbanos, sino que llega incluso hasta zonas rurales, cuestionando la grandeza de la vida en el campo y visión idílica que refleja la poesía bucólica. Esto es lo que ha ocurrido entre dos vecinos de la localidad de Palomares del Río, con parcelas colindantes, y que han llegado a juicio por la instalación de un gallinero. La parte demandante sostiene que la depresión que sufre se debe a los malos olores que desprende el gallinero y a los ruidos –el canto del gallo a cualquier hora del día y de la noche– que le impiden conciliar el sueño, mientras que el propietario de los animales niega la mayor.
Entre una y otra versión, después de analizar las manifestaciones de los testigos aportados por cada una de las partes, la Justicia ha llegado a la conclusión de que no puede acreditarse que el ruido de estos animales sea la causa etiológica de la enfermedad alegada por el denunciante, tal y como han dictaminado un juzgado de Coria del Río y la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Sevilla.
La sentencia señala, en primer lugar, que no existen malos olores ni insalubridad alguna derivada del gallinero, cuyas instalaciones "se encuentran en perfectas condiciones de limpieza y salubridad".
En cuanto a la cuestión de fondo, la posible contaminación acústica, los magistrados reflexionan que "el ruido que puedan hacer tres gallinas y un gallo no puede afirmarse que constituyan la causa de graves molestias y daños en la salud". Tampoco creen los jueces que estos sonidos impidan dormir al demandante, "pues son los típicos ruidos de ambientes rurales, como el ruido de las campanas en los pueblos de Andalucía y de toda España".
Para resolver esta disputa entre vecinos, los magistrados han analizan en la sentencia el nuevo concepto de propiedad, hoy en día limitado por razones de índole social, entre las que se encuentran las limitaciones derivadas de las relaciones de vecindad. La sentencia recuerda que la propiedad no es en la actualidad un poder omnímodo sobre la cosa, sino que puede ser limitado cuando, por ejemplo, el dueño realiza una actividad que perjudica a los vecinos. El tribunal sostiene, no obstante, que no puede consentirse que "la propiedad de una vivienda dé carta de naturaleza par impedir a un vecino sin causa razonable y lógica tener un gallinero, con un gallo y tres gallinas, pues no se ha acreditado la relación de causa-efecto entre el gallinero y la enfermedad del recurrente".
Otro de los argumentos en lo que se fundamenta el rechazo de la demanda pare del hecho de que el vecino mantiene en perfectas condiciones su corral, que además está ubicado en una "urbanización de un pueblo, eminentemente rural, donde las ordenanzas municipales permiten, como no podía ser de otro modo, la tenencia de animales domésticos y domesticados en los domicilios particulares, siempre que las circunstancias de alojamiento, la adecuación de las instalaciones y el número de los animales lo permitan, tanto en el aspecto higiénico-sanitario, como por la no existencia de situación alguna de peligro e incomodidad objetiva para los vecinos o para los propios animales".
Siguiendo este razonamiento, los jueces creen que los ruidos de un gallo y tres gallinas son los derivados "de su propia naturaleza y no causan ninguna incomodidad objetiva, y si causan alguna incomodidad o perjuicio será por causas subjetivas del propio recurrente, por sus propias circunstancias personales y no porque el canto del gallo sea por sí molesto, incómodo o insalubre", puntualiza el fallo, que ha impuesto además las costas procesales al vecino que presentó la demanda para que la Justicia ordenara la retirada del gallinero.
En el juicio que se celebró en los juzgados de Coria del Río, los testigos aportados por la familia que denunció las perturbaciones causadas por el gallinero coincidieron en que apreciaron los malos olores y el reiterado canto del gallo, con las molestias inherentes. Por su parte, el dueño del corral aportó otros tantos testigos que pusieron de manifiesto que en la misma zona existían otros gallineros con animales porque, aunque se trata de un suelo urbano, la urbanización es "muy tranquila y de ambiente rural", por lo que no apreciaron daño alguno. Como ocurre en muchas ocasiones, cuando no se puede optar por dar mayor credibilidad a una versión sobre otra, la Justicia debe dictar una sentencia absolutoria.
Entre una y otra versión, después de analizar las manifestaciones de los testigos aportados por cada una de las partes, la Justicia ha llegado a la conclusión de que no puede acreditarse que el ruido de estos animales sea la causa etiológica de la enfermedad alegada por el denunciante, tal y como han dictaminado un juzgado de Coria del Río y la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Sevilla.
La sentencia señala, en primer lugar, que no existen malos olores ni insalubridad alguna derivada del gallinero, cuyas instalaciones "se encuentran en perfectas condiciones de limpieza y salubridad".
En cuanto a la cuestión de fondo, la posible contaminación acústica, los magistrados reflexionan que "el ruido que puedan hacer tres gallinas y un gallo no puede afirmarse que constituyan la causa de graves molestias y daños en la salud". Tampoco creen los jueces que estos sonidos impidan dormir al demandante, "pues son los típicos ruidos de ambientes rurales, como el ruido de las campanas en los pueblos de Andalucía y de toda España".
Para resolver esta disputa entre vecinos, los magistrados han analizan en la sentencia el nuevo concepto de propiedad, hoy en día limitado por razones de índole social, entre las que se encuentran las limitaciones derivadas de las relaciones de vecindad. La sentencia recuerda que la propiedad no es en la actualidad un poder omnímodo sobre la cosa, sino que puede ser limitado cuando, por ejemplo, el dueño realiza una actividad que perjudica a los vecinos. El tribunal sostiene, no obstante, que no puede consentirse que "la propiedad de una vivienda dé carta de naturaleza par impedir a un vecino sin causa razonable y lógica tener un gallinero, con un gallo y tres gallinas, pues no se ha acreditado la relación de causa-efecto entre el gallinero y la enfermedad del recurrente".
Otro de los argumentos en lo que se fundamenta el rechazo de la demanda pare del hecho de que el vecino mantiene en perfectas condiciones su corral, que además está ubicado en una "urbanización de un pueblo, eminentemente rural, donde las ordenanzas municipales permiten, como no podía ser de otro modo, la tenencia de animales domésticos y domesticados en los domicilios particulares, siempre que las circunstancias de alojamiento, la adecuación de las instalaciones y el número de los animales lo permitan, tanto en el aspecto higiénico-sanitario, como por la no existencia de situación alguna de peligro e incomodidad objetiva para los vecinos o para los propios animales".
Siguiendo este razonamiento, los jueces creen que los ruidos de un gallo y tres gallinas son los derivados "de su propia naturaleza y no causan ninguna incomodidad objetiva, y si causan alguna incomodidad o perjuicio será por causas subjetivas del propio recurrente, por sus propias circunstancias personales y no porque el canto del gallo sea por sí molesto, incómodo o insalubre", puntualiza el fallo, que ha impuesto además las costas procesales al vecino que presentó la demanda para que la Justicia ordenara la retirada del gallinero.
En el juicio que se celebró en los juzgados de Coria del Río, los testigos aportados por la familia que denunció las perturbaciones causadas por el gallinero coincidieron en que apreciaron los malos olores y el reiterado canto del gallo, con las molestias inherentes. Por su parte, el dueño del corral aportó otros tantos testigos que pusieron de manifiesto que en la misma zona existían otros gallineros con animales porque, aunque se trata de un suelo urbano, la urbanización es "muy tranquila y de ambiente rural", por lo que no apreciaron daño alguno. Como ocurre en muchas ocasiones, cuando no se puede optar por dar mayor credibilidad a una versión sobre otra, la Justicia debe dictar una sentencia absolutoria.
lunes, 11 de junio de 2007
Un asesino que se "agarra a la Quinta enmienda"
El juicio se había iniciado en medio de una gran expectación por parte de los periodistas y con la petición de que se celebrara a puerta cerrada ante las posibles coacciones al jurado popular encargado de juzgar al asesino de un conductor, que fue tiroteado en plena calle tras atropellar de forma leve a la hija de un gitano. El acusado había contestado ya a las preguntas del fiscal y le tocaba el turno a la acusación particular, pero se negó a hacerlo amparándose en la legislación de Estados Unidos.
--Señoría, ¡me agarro a la quinta enmienda!" --exclamó el acusado, quien dejó estupefactos al tribunal y despertó alguna sonrisa del público.
Casi sin tiempo para reaccionar, la juez que presidía el tribunal contestó de inmediato a la petición del acusado.
--Como estamos en España, entiendo que se acoge al artículo 24 de la Constitución Española --dijo la juez, en alusión al precepto que consagra el derecho de toda persona acusada de un delito a no declarar contra sí mismo y a guardar silencio.
El procesado respondió que se acogía a su derecho a guardar silencio, pero tenía otra petición:--¿puedo ir al servicio?, es que me estoy meando....
No fue la única anécdota del juicio, porque cuando el acusado entraba en la sala de vistas sus familiares pidieron "respeto y tranquilidad" ante el revuelo que se formó. Un policía replicó "tranquilidad era lo que él tenía que haber tenido" el acusado el día en que se produjeron los hechos.
--Señoría, ¡me agarro a la quinta enmienda!" --exclamó el acusado, quien dejó estupefactos al tribunal y despertó alguna sonrisa del público.
Casi sin tiempo para reaccionar, la juez que presidía el tribunal contestó de inmediato a la petición del acusado.
--Como estamos en España, entiendo que se acoge al artículo 24 de la Constitución Española --dijo la juez, en alusión al precepto que consagra el derecho de toda persona acusada de un delito a no declarar contra sí mismo y a guardar silencio.
El procesado respondió que se acogía a su derecho a guardar silencio, pero tenía otra petición:--¿puedo ir al servicio?, es que me estoy meando....
No fue la única anécdota del juicio, porque cuando el acusado entraba en la sala de vistas sus familiares pidieron "respeto y tranquilidad" ante el revuelo que se formó. Un policía replicó "tranquilidad era lo que él tenía que haber tenido" el acusado el día en que se produjeron los hechos.
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