domingo, 4 de julio de 2010

El abogado que pidió el certificado para justificarse ante su mujer

La lentitud y el retraso han sido tradicionalmente uno de los aspectos más criticados de la Justicia, pero lo que hasta ahora no se había denunciado es que ese retraso pudiera afectar a las relaciones conyugales. Eso es, al menos, lo que se desprende de los hechos que ocurrieron hace tan sólo unas semanas en los juzgados de Sevilla.
La anécdota sucedió en la sede del edificio Noga, donde para paliar la sobrecarga de asuntos que afecta a la jurisdicción civil y laboral -a los juzgados de Primera Instancia y de lo Social-, desde hace varios meses se han nombrado dos jueces de apoyo para celebrar juicios por las tardes y combatir de esta forma la avalancha de asuntos que han recibido estos órganos como consecuencia de la crisis económica.Muchos de estos procedimientos, sobre todos los denominados juicios verbales -en los que se resuelven cuestiones como el impago de rentas por el arrendamiento de inmuebles y cuya cuantía no excede de 3.000 euros-, comienzan a partir de las cinco de la tarde y, habitualmente, se señalan una media de diez o doce vistas para cada tarde.Si alguno de estos juicios se retrasa más de la cuenta, el retraso se hace cada vez mayor, con el consiguiente cansancio de todos los profesionales y las personas que han sido convocadas expresamente para comparecer en esa vista oral.
El retraso de los juicios ha provocado que en varias ocasiones los juicios hayan terminado a unas horas intempestivas. Una de estas veces el juicio se prolongó hasta bien entrada la madrugada. Según cuentan algunos testigos, había pasado ya la medianoche -por lo que ya era el día siguiente al que había sido fijado el juicio- y la juez seguía celebrando la vista oral.
Al término de la misma, uno de los abogados intervinientes en el pleito no pudo más que expresarle su incomodidad por la hora de finalización de la vista. "Señoría, es que mi mujer no se va a creer que he estado en juicio hasta esta hora", comentó el letrado a la juez.Como el abogado seguía dándole vueltas al cúmulo de explicaciones que, presuntamente, iba a tener que dar a su compañera sentimental, no se le ocurrió otra cosa que pedirle a la juez un "justificante" de su asistencia al juicio y de la hora a la que había finalizado el mismo.La juez, ni corta ni perezosa, no lo dudó ni un momento y emitió el certificado a petición del letrado. Quienes pudieron echar un vistazo al singular documento señalan que el mismo iba encabezado con el número de juzgado y el nombre de la juez, y que daba fe de la presencia del letrado a la hora comentada en los juzgados para la celebración de una vista oral en la sede judicial del edificio Noga.
La emisión de certificados por parte de los juzgados es muy habitual a la hora de acreditar la presencia de testigos o agentes de la autoridad que tienen que comparecer en juicio, pero hasta ahora ni los funcionarios más antiguos recuerdan que haya sido uno de los abogados intervinientes en el pleito el que lo solicite y, sobre todo, por los motivos que alegaba el letrado. La verdad es que resulta difícil de creer que un juicio haya terminado la madrugada del día siguiente al que se inició la vista oral.
El mundo de las anécdotas judiciales también tiene otras perlas relacionadas con los justificantes de asistencia a juicio. Así, en una ocasión en la que se estaba celebrando un juicio por tráfico de drogas, una de las mujeres que había asistido al mismo vio a una agente judicial entregándole a otras personas los justificantes de asistencia. Y no se le ocurrió otra cosa que pedir una para ella misma: "Yo también quiero un traficante de esos, que estoy haciendo un cursillo de la seguridad social", exclamó la joven. Y es que confundir el "traficante" con el "justificante" no es nada difícil en un juicio por tráfico de drogas.

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