viernes, 24 de noviembre de 2006

Anécdotas de otros tiempos...

Un funcionario judicial nos cuenta cómo hace ya algunas décadas, cuando los medios de la Justicia eran mucho más precarios -no es que ahora sean excelentes pero la cosa es verdad que ha mejorado bastante-, había problemas para practicar las ruedas de reconocimiento de las personas detenidas por un delito y que requería la identificación de la víctima. Como no había una sala donde situar al detenido con las otras personas que deben formar la rueda, se ideó una fórmula para evitar que las personas arrestadas en los calabozos reconocieran a las víctimas de los delitos. La genial idea consistía en que la víctima se acercaría a los calabozos tapando su rostro con un folio, si lo han leído bien, con un folio en el que además se habían perforado dos agujeritos para permitir poder a través de la hoja. De esa forma, se acercaban a las rejas de las celdas y podían reconocer por ejemplo a su agresor.
Si precario era ese método, veréis el siguiente: Seguimos con las ruedas de reconocimiento. En este caso el detenido era una persona a la que le faltaba la pierna, lo que complicaba aún más las cosas puesto que la ley dice que deben participar en esa rueda personas de características similares, lo que implicaba que había que busca a cojos y de una misma pierna... Menos mal que hubo otra buena idea: esa rueda de reconocimiento se practicó de una manera no al uso, sino con todos los supuestos detenidos sentados tras una mesa, de esa forma el testigo no podía ver que a uno le faltaba una pierna y así podía identificar realmente al verdadero autor del delito... Anécdotas de otros tiempos...

martes, 21 de noviembre de 2006

El derecho a última palabra de los acusados

Ocurrió al final de un juicio cuando un magistrado ofreció a unos acusados de un fraude millonario a la Seguridad Social la posibilidad de ejercer su derecho a la última palabra, con la finalidad de que pudieran dar nuevos argumentos para reivindicar su supuesta inocencia. El magistrado preguntó a una mujer que estaba sentada en el banquillo:
--¿Quiere usted ejercer su derecho a la última palabra, a decir algo en su defensa? --preguntó el juez...
--Sí quiero hablar, señoría. Pero hay un problema: me estoy haciendo pipí desde hace ya varias horas y no puedo aguantar más...
El magistrado decidió entonces suspender la vista durante unos minutos y, después, la acusada, ya más desahogada, pudo utilizar su derecho a la última palabra...
No fue la única situación anecdótica que se produjo en el juicio, porque nos cuentan que uno de los abogados no pudo evitar salir llorando mientras exponía su informe de conclusiones. La razón: se emocionó cuando estaba recordando a un testigo del proceso que había fallecido hacía algún tiempo...

sábado, 18 de noviembre de 2006

Un atestado de la Guardia Civil que no tiene desperdicio


El atestado de la Guardia Civil que aparece en la imagen adjunta es histórico, recoge las manifestaciones de un motorista que sufrió un accidente en Málaga. El conductor de la moto comienza diciendo que los hechos ocurrieron una tarde julio, cuando como consecuencia de una retención "unas señoritas" que iban en un descapotable de detuvieron junto a su moto, y le "piropearon" y se insinuaron. El joven continuó su marcha, pero más adelante el vehículo de las mujeres se puso de nuevo en paralelo y la mujer que bia delante se puso en pie y llamando su atención "se levantó la camiseta, dejándose ver dos grandes pechos" (sic). El hombre siguió su marcha y no se percató de que la circulación se detuvo, por lo que colisionó por alcance con una furgoneta que iba delante de su moto. El tópico dice que una imagen vale más que mil palabras y, en este caso, el accidentado comprobó que conduciendo un vehículo no puede haber distracciones, muy agradables que éstas puedan resultar a la vista de un hombre...

La historia de un hombre araña en Sevilla

Parece irreal pero es totalmente cierto. Un juzgado de Sevilla ha archivado una denuncia por robo contra un hombre que fue sorprendido cuando escalaba por la fachada de un edificio con la intención de acceder a un piso ubicado en la quinta planta. La asombrosa historia se produjo hace unos días cuando una mujer, la vecina del cuarto, alertó a la Policía de la presencia de un individuo sospechoso, presuntamente un ladrón, al que había visto posado en la barandilla de su balcón. La Policía se personó en la zona y el hombre fue obligado a bajar, momento en que fue detenido y conducido posteriormente ante el juez de guardia. El hombre, de origen sudamericano, negó ante el juez que estuviera robando y, en cambio, explicó que su profesión está relacionada con los trabajos en altura y que al subir por la fachada sólo pretendía entrar en su casa, ya que había discutido con su mujer y no tenía llaves para entrar. El detenido, que aseguró que es un profesional muy cotizado y trabaja a alturas de entre 150 y 200 metros con tendidos de cables de alta tensión, reconoció que se había tomado algunas cervezas antes de emprender la escalada. Una vez aclarada su profesión, que según reconoció requería ciertas dosis de valor e incluso de locura, todavía quedaba por contrastar la realidad de su versión respecto al hecho de que fuera sorprendido en la fachada del inmueble. El hombre insistió en que el piso era de su propiedad, que no estaba invadiendo el domicilio de su compañera, y ofreció al juez la posibilidad de aportar las escrituras del piso que acreditan su propiedad. Con todos estos argumentos en su defensa, el juez de guardia decidió finalmente archivar el caso y ordenar la puesta en libertad del escalador, que no obstante fue requerido por el magistrado para que la próxima vez que se quedara sin llaves buscase una fórmula menos extraña para acceder a su domicilio, a pesar de que para él fuese algo rutinario subir a esa extraordinaria altura. Spiderman no es sólo un personaje de ficción...

Bienvenida a todos

Hemos creado este blog sobre el anecdotario judicial español, con la intención de que paséis un buen rato. En él iremos incorporando nuevas anécdotas que recopilemos o las que nos hagáis llegar a nuestro correo electrónico (dejuzgadodeguardia@auna.com).

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