Un funcionario judicial nos cuenta cómo hace ya algunas décadas, cuando los medios de la Justicia eran mucho más precarios -no es que ahora sean excelentes pero la cosa es verdad que ha mejorado bastante-, había problemas para practicar las ruedas de reconocimiento de las personas detenidas por un delito y que requería la identificación de la víctima. Como no había una sala donde situar al detenido con las otras personas que deben formar la rueda, se ideó una fórmula para evitar que las personas arrestadas en los calabozos reconocieran a las víctimas de los delitos. La genial idea consistía en que la víctima se acercaría a los calabozos tapando su rostro con un folio, si lo han leído bien, con un folio en el que además se habían perforado dos agujeritos para permitir poder a través de la hoja. De esa forma, se acercaban a las rejas de las celdas y podían reconocer por ejemplo a su agresor.
Si precario era ese método, veréis el siguiente: Seguimos con las ruedas de reconocimiento. En este caso el detenido era una persona a la que le faltaba la pierna, lo que complicaba aún más las cosas puesto que la ley dice que deben participar en esa rueda personas de características similares, lo que implicaba que había que busca a cojos y de una misma pierna... Menos mal que hubo otra buena idea: esa rueda de reconocimiento se practicó de una manera no al uso, sino con todos los supuestos detenidos sentados tras una mesa, de esa forma el testigo no podía ver que a uno le faltaba una pierna y así podía identificar realmente al verdadero autor del delito... Anécdotas de otros tiempos...
viernes, 24 de noviembre de 2006
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